El último.

 He hecho ya unas cuantas salidas con amigos en las cuales había diferentes niveles entre los integrantes de los diferentes grupos (siempre pequeños, de máximo 5 integrantes). Mi nivel es bastante principiante y he sido en dos de ellas el penúltimo del grupo, en una el primero y en otra el último. Por eso voy a escribir un poco sobre las ventajas e inconvenientes de ir o ser el último.

 Lo bueno de ir el último.

 El último ya sabe más o menos los imprevistos que pueden acechar un camino como charcos profundos, barro, piedras... generalmente hay alguien avisando de ello. El último siempre va a llevar un ritmo más continuo, como mucho hará las paradas de descanso o avituallamiento de rigor. El último, además, siempre va a tiro hecho, solo tiene que seguir a los que abren camino y conocen (o no) la ruta. El último se está mejorando a sí mismo, está luchando por no rendirse en una subida, por no perder el ritmo del de delante, siempre se está superando. El último es de los pocos que puede ser vitoreando o animado cuando realiza un esfuerzo complicado. El último en tramos de viento en contra puede resguardarse un poco pegándose al de delante. El último apenas tiene ocasión de picarse.

Lo malo de ir el último.

 Al último, en las subidas, suelen esperarle, y por consiguiente está rompiendo un poco el ritmo de los que pilotan más y eso no mola. El último descansa menos en las paradas previstas porque llega más tarde y sale a la vez que los demás. El último come polvo, barro, agua, etc de los delante. Al último siempre le ven la cara que ponemos cuando nos cuesta una subida o algún esfuerzo. El último, si se retrasa demasiado, puede perder de vista al siguiente compañero y equivocarse en algún cruce. El último si tiene algún problema mecánico o técnico puede que los demás compañeros tarden más en darse cuenta. El último apenas tiene ocasión de picarse. El último nunca puede dejarse caer a cola del grupo para dejarse llevar un poco.

Vamos para arriba, yo te sigo.